Un breve repaso sobre el amor en nuestros días

Por: Víctor Burgos Arévalo
Bajo el techo del advenimiento de una sociedad llena de cambios precedida por grandes movimientos culturales, políticos y tecnológicos, el siglo XXI advierte una transformación inminente al llamado statu quo, en el cual la sociedad persiste con serios debates informales entre la cosmovisión de distintas naciones, pueblos e individuos.
Teniendo en cuenta tal premisa, uno que prende la vista a la indagación es el concepto (incluso no como sentimiento o emoción) del amor. La ciencia y tecnología, buscando una firmeza y rigurosidad en sus consideraciones y creaciones, han generado en muchos de sus adeptos la reducción del amor a una reacción química, aquella que se genera por la oxitocina, una molécula orgánica pequeña. En términos acertados, según Gema Iendorio un "oligopéptido que consta solo de nueve aminoácidos se genera en el hipotálamo y se envía a la hipófisis para su futura secreción cuando sea necesario" (1). Por lo que muchos de los defensores puros de la ciencia rebajan la trascendencia semántica y filosófica del amor. Pero...
¿Qué es el amor?
Un estudio puro del amor exige una investigación que incluso puede durar mucho, mucho tiempo. No vamos a entrar en el debate exhaustivo sobre si es un sentimiento o una emoción. Las muchas aristas vertidas en la discusión intersecan diversas áreas de estudio donde el territorio es muy amplio y muchas veces hostil. Por lo que la evitaremos y nos centraremos en la obra más clásica del tema: El banquete, donde este define tres tipos de amor: Eros, definido como ese amor pasional, el amor romántico y erótico donde el ser humano se deja llevar por sus instintos y el placer; Filia, el amor fraterno y desinteresado, ese amor generado entre amigos, hermanos o una comunidad. Y por último, Agapae, el amor abnegado, el amor puro e incondicional, ese amor que explica la devoción y adoración a una deidad. El amor es una acepción con tantos matices, en primer instancia por el lugar donde se originó el concepto, la cultura y costumbres, y además el año o tiempo donde surgió estas situaciones, tal como refiere Brenda Castro, las concepciones occidentales de amor son totalmente diferentes a otras surgidas en otra parte del mundo, tales como las orientales, la de los nativos del continente americano e incluso por tribus indígenas africanas, y además de que tal cual sea el tiempo, la concepción ha ido mutando tremendamente, por ejemplo en el caso occidental, la idea de amor del primer milenio es diferente al actual, pero conserva la herencia de procedencia grecolatina y judeocristiana (2).
A todas estas cuestiones nos preguntamos: ¿De dónde viene el concepto o características de amor que conocemos actualmente? ¿Cuál será el futuro del amor que conocemos actualmente, o ya estamos en un punto donde ha cambiado y no podemos dar vuelta atrás?
En primer lugar, el amor que conocemos actualmente es el denominado amor cortés, ese pasional con características del Eros pero sin la radicalidad y discrepancias de la misma que son narradas en las obras de Platón, sino es una interpretación diferente que deviene de la unión o fusión de muchas tradiciones o valores forjados en la edad tardía antigua e inicios de la baja edad media, tales en relatos sobre la creación de la identidad cercanos como Tristán e Isolda, aquellos esparcidos por toda la región europea con los juglares y minnesängers, provenientes de incluso relatos más antiguos procedentes de pueblos paganos como los celtas y germanos inclusive afluencia desde la península arábiga, tal es el relato de Layla y Majnún.
La consagración del amor trágico, el amor pasional de nuestros días es alejado de la tradición cristiana del amor que coexistía en aquellos tiempos y de donde proviene la cultura occidental. Sin embargo, actualmente no es que únicamente exista un tipo de amor, sino que la literatura, las artes, los medios de comunicación han preferido fortalecer aquel arquetipo de amor y nos remontamos a estas ideas incluso desde inicios de la edad moderna con filósofos como Descartes o Hobbes con la idea de encajar al amor pasional a la psicología inherente del ser humano o, por otro lado, Nietzsche y Schopenhauer quienes su análisis gira en lo irracional que es el amor y las consecuencias que conlleva satisfacer sus propios fines. En conclusión, es un patrón que sigue en nuestros días y se ha adaptado justamente a la concepción del amor que busca la felicidad imperativamente con todos los dolores y tragedias, porque al final del día estos darán frutos en el amor armonioso y bueno que tanto anhelamos.
Pero realmente el amor no se agota en esta concepción, sino es un significado libre que puede depender y variar desde el pensamiento de una comunidad de individuos hasta un hilo cultural creado por generaciones. Además, el amor no es factico en sí, no se puede materializar el amor, sino generar acciones que en nuestro imaginario estén condicionadamente al conocimiento de amor, por tanto, lo que nos espera en el futuro puede diferir de lo que entendemos por amor, ya sea por las nuevas tendencias que se generen en una sociedad o por el cambio o desterramiento de actos que se consideran provenientes del amor. De lo que sí se puede estar seguro es que, con el acercamiento de los pueblos, la nula existencia de barreras del conocimiento y las fronteras que ahora la globalización pueda superar, es posible que el amor que entendamos en unos años más sea general para todos, o quién sabe, puedan surgir ideas reaccionarias o novedosas frente a una concepción única que nos avecina en futuros tiempos.
Referencias:
(1) IENDORIO, Gema. (2015). Oxitocina, la hormona responsable del amor. https://www.abc.es/familia-padres-hijos/20150418/abci-oxitocina-parto-feliz-201504161753.html
(2) CASTRO, Brenda. (2008). El Amor como concepto filosófico y practica de vida, entrevista con Edgar Morales. Revista Digital Universitaria de la UNAM, 9 (11), pp. 3 - 9.