rumor

02.03.2021

Por: Manuel Horna

ese día descubrí algo trágico y liberador, una bendición que solo recae sobre los más débiles. esos que huyen al primer grito de ayuda, je veux aller a l'hôpital. no (,) lo siento, prefiero ignorarte y que otro ahogue su pecho con pena.

je suis tombé dans un état de tristesse nocturne qui me dévore... fue la primera línea de mi nuevo cuento. estaba escribiéndolo en un bistró deprimente, pero ese ambiente era el ideal para cazar la idea que intentaba escaparse entre el café frío y el cenicero abrumado.

esperaba, esperaba una palabra, tal vez dos, que refuljan en mi cabeza y en el papel. no, no puedo continuar así. mi afiebrada frente ya no podía receptar más emociones, todas les resultaban fútiles, casi aborrecibles. mañana volveré: pensamiento blanco.

luego de ello no recuero más, solo cansancio y lo que sucedió allí:

estaba echado en mi cama, ojos arriba, imaginando las grietas que adornaban mi techo. un, deux, trois. la oscuridad había consumido todo, como una cerrazón que llama a la desgracia, y alrededor de mis iris se ramificaban bermellones. quatre, cinq, six. los ruidos se fueron de fiesta a la concorde, Chloé los acompañó vestida con tules baratos y perfumada con unas gotas de renoir. sept, huit, neuf. la calle acogía los ladridos de los perros y vagabundos que arrastraban los pies y el hocico en busca de mendrugos. dix...

de pronto se escuchó un lamento ajeno, agudo e inaguantable. el soliloquio se vio perturbado por aquel rumor. molesto, chistando instintivamente, decidí levantarme y asomar por mi ventana para descubrir quién lo producía. sin recurrir a la molesta luz que solo sirve para consolar a los cobardes, deslicé mis adoloridos pies guiados solo por el sentimiento de conocer dónde estaban mis pocas cosas. tras una interpretación casi fiel de petit, logré aferrarme al desgastado marco.

al abrirla, oteé el mismo paisaje que se desvestía todas las madrugadas. el crepitar de los tacos de la cocotte Isabelle, quien esperaba ganar una buena propina o morir violada: una franqueza que gira en el aire. la peste de borrachos admirables que yacen vomitados en la puerta del viejo bar au revoir (ayer fui uno de ellos), llorando por amores perdidos o hijos que los castigaron con el olvido. en ese instante recordé algo que leí hace mucho tiempo: le suffit de regarder une chose longtemps pour qu'elle devienne intéressante.

sin hallar al culpable del sufrimiento, regresé con una sonrisa leve al somier, pues no era el único miserable en esta ciudad. mi extenuada tarea de anacoreta consistía en contar los defectos de mi habitación de hotel. esta vez ya no eran las grietas, sino el goteo puntual del grifo. un, deux ¿cómo había llegado hasta aquí? trois, quatre. ah, sí, hace unos días que pernocto acá, en el jeanne d'arc. cinq, six. me arrastré al borde abisal, buscando con mis dedos lánguidos el cigarro de ayer, ese que no pude acariciar hasta el final por falta de tiempo. sept, huit. con mi otra mano, serpenteaba mi mesa de noche, donde solo hay lo necesario: licor, más cigarros y un briquet. neuf, dix. me preparaba para encender los restos y, con la ayuda del humo, espantar al olvido que acechaba desde hace un rato, pero de nuevo llegó ese rumor.

dejé mi cena sobre la mesa de noche y, aún más molesto que antes, me levanté súbitamente, dejando aún sobre las mortajas mi sombra y la señal de mi descomposición. mis pies ya no me suplicaban no humillarlos más, ahora estaban conmigo, convencidos de capturar al dolido. parecía que la molestia tenía como seno mi armario. al apreciar tal valentía en mis pies, no dudé en llamar más aliados. buscaba, impaciente, la luz a través del conmutador de mi pared: arriba, abajo, derecha, izquier... ¡aquí! un, deux, trois, cuatre... no hay luz; otro defecto. recurriendo una vez más al instinto, esquivé los enseres que adornaban mi piso y marcaban mis paredes: una mesa para escribir, un par de sillas que se rendirán pronto, el olor a vianda modorra, botellas vacías que me cuentan anécdotas y, en el fondo, mi armario con el rumor contenido. llegué al postigo, sudando un poco, decidido a terminar con el aciago que estuviese espiándome.

cuando apenas toqué las perillas de madera, el rumor se detuvo de golpe, pero no como el golpe despertador que te da el estío por la mañana y buscas, desesperado, el rincón más frío de tu cama; no, este fue un sopor, un susurro de Eloïse luego de baiser. la decisión se volvió inseguridad, recuerdo, desesperación. abrí de prisa creyendo que ella estaba allí, encerrada. al no ver nada, empecé a llamarla varias veces, mas nunca respondió; mi oído volvió a traicionarme. era imposible que fuese ella; ella no está aquí. merde ! empecé a manosear lo poco que pude robar ayer: un par de pantalones agujereados, cinq, un capote de un abuelo, six, y unas camisas plisadas, sept.

en esa soirée de pessimisme fui esclavo de la soledumbre renegrida, no me quedaba más que claudicar de regreso hasta mi tumba de resortes, decepcionado. no quería contar nada más, no quería seguir descubriendo miseria en este cuarto. tratando de evitar la abulia, me aferré a mi cena que yacía olvidada en la mesa. huit. mi hálito se transformaba en humo y se desvanecía entre las grietas con mis últimos años de vida: un trato justo.

decepcionado de esta ciudad, de mi habitación y de mi vida antes de ella, intenté dormir, escapar un momento con ella, Georgette, tenerla tête á tête y extrañarla un momento. ¿dónde está? solo la recuerdo con tules, perfumada de pies (chatte) a cabeza, con unos tacos ensordecedores y sobre mi almohada, desnuda con mi dinero sobre sus seins.

salut, je t'aime, neuf.

me despertaron, ese rumor otra vez... no, no fue eso. una advertencia, quizás. seguía en la penumbra, acompañado por el latido de mi abatido corazón. ¿qué dijo? elle ne t'aime pas. ¿seguras? oui, triste nouvelle, dix.

desperté nuevamente, esta vez con el rumor metido hasta el tuétano. todas me hablaban con una sola voz, diferentes bouches. ¿sí? ¿pasa algo? no, no tengo por qué terminarlo, ojalá no tener que hacerlo. ¿seguiré así? oui. Entiendo, quién iba a pensar que yo, que yo todo, todo este tiempo, tiempo, ja, ja, ja, ja, todo este tiempo estaría... Onze.

Trujillo, 2021

CoMen - Revista
Email: asociacion.uped@gmail.com                                            Número de celular: 969438277                                                          
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar